Por qué el reciclaje no es la solución

El Tratado Global de Plásticos

y por qué el reciclaje no es la solución
Del 25 de noviembre al 1 de diciembre de 2024, representantes de todas las naciones se reunirán por quinta (y probablemente última) vez en una conferencia de la ONU en Busan (Corea del Sur) para debatir el futuro de la gestión de los plásticos. El objetivo del Tratado Global de Plásticos es encontrar un enfoque común para proteger en el futuro a las personas, los animales y el medio ambiente de los efectos nocivos de los residuos plásticos. Los científicos coinciden en que dichos residuos son desmedidos.

En este contexto, el reciclaje se promueve con frecuencia como la solución más obvia y completa. El valioso material puede mantenerse en un ciclo de uso prácticamente interminable a través del reciclado. Al menos esa es la narrativa teórica de la industria del plástico. Algunos supermercados incluso apoyan la vuelta al plástico porque supuestamente puede reciclarse con facilidad.

Sin embargo, el reciclaje no es la panacea que a menudo se presenta, por diversas razones. En todo el mundo, sólo se recicla un 9% del plástico producido. La inmensa mayoría acaba en vertederos perjudiciales para el medio ambiente o en el entorno. Allí, persiste durante siglos, ya que el plástico no se descompone, sino que se rompe en trozos cada vez más pequeños. Estos fragmentos se acumulan en el suelo y el agua, causando efectos tóxicos. Contrariamente a lo que se dice a menudo de que el plástico puede reciclarse sin fin, la calidad del material se deteriora cada vez que pasa por el ciclo y, por tanto, hay que deshacerse de él definitivamente después de unas cuantas veces. Además, el propio proceso de reciclado consume mucha energía y recursos. Implica múltiples etapas, como la recogida, la clasificación, la limpieza, la fusión y el reprocesamiento, todas las cuales requieren enormes cantidades de energía y recursos. Y lo que es peor, durante el reciclado se producen inevitablemente microplásticos, lo que agrava el problema.

En cambio, el compostaje de materiales biodegradables ofrece una solución mucho más sostenible. Los productos se fabrican de tal manera que la naturaleza es la protagonista desde el principio. Los materiales pueden devolverse al ciclo natural al final de su vida útil y, por tanto, no dañan el medio ambiente. Los materiales compostables no se descomponen en trozos diminutos, sino que son completamente descompuestos por microorganismos.  El compost resultante de la descomposición aumenta la fertilidad del suelo y puede fijar carbono en el suelo, lo que contribuye de forma sostenible a la protección del clima. Por tanto, el compost no es sólo un producto final, sino un recurso valioso por derecho propio.

Como empresa con décadas de experiencia en el envasado sostenible de alimentos, estamos convencidos de que el reciclaje por sí solo es insuficiente para hacer frente a la contaminación por plásticos de forma duradera.

Por ello, en el futuro seguiremos apostando por la celulosa compostable para fomentar la economía circular natural. Nuestros productos de celulosa Packnatur® cuentan con la certificación HOME Compost, lo que significa que pueden ser descompuestos por microorganismos en el suelo o en entornos marinos. Los envases fabricados con fibras de celulosa LENZING se descomponen en 12 semanas, incluso si acaban inadvertidamente en el medio ambiente.

Enlaces informativos sobre el tema:

Plastics Europe
ScienceAdvances
Greenpeace